El interés que despierta el carácter feminista que puede adoptar una política exterior se equipara al desconocimiento que existe al respecto.
Suspicacia, ironía e incluso burla, se observan frente un enfoque que han abrazado varios países en la última década para conducirse en la política internacional, entre ellos Chile.
Hasta ahora, esta orientación feminista se ha caracterizado por su carácter discursivo y dinámico, lo que le otorga un estado de permanente construcción. El actual escenario internacional empuja esta visión hacia la toma de acción frente a la inseguridad y extrema violencia experimentada por mujeres y niñas palestinas e israelíes, incrementada a partir de los sucesos del 7 de octubre de 2023.
El multilateralismo y la diplomacia con enfoque feminista constituyen una base para garantizar el respeto a los derechos humanos, en un conflicto tristemente enquistado en la geopolítica internacional y que -hoy en día- ha sobrepasado todos los límites del derecho internacional humanitario.
Aunque no hay una definición única sobre dicha política, sí es posible distinguir puntos comunes en las acciones que bajo su invocación se despliegan.
En primer lugar, apela a una política exterior convocante, de la cual todos los ciudadanos y ciudadanas se sientan parte. Se centra también en el resguardo de los Estados hacia los derechos más básicos de las mujeres, niñas y grupos vulnerables, incorporando a su quehacer una mirada orientada hacia la equidad de género en todas sus áreas de competencia.
Si bien no existe una hoja de ruta común para su implementación, su aplicación estaría dirigida, entre otros aspectos, hacia el logro de una paridad de género en la diplomacia, un equilibrio en el nombramiento de embajadores y embajadoras, el fortalecimiento del liderazgo femenino en los procesos de negociación internacional a nivel multilateral, el incremento de la presencia de mujeres en altos cargos en organismos regionales y globales y el desarrollo de posiciones, estrategias y políticas de los Estados tendientes a la protección de los derechos de las mujeres, niñas y grupos vulnerables.
La cooperación internacional y la ayuda humanitaria, iluminadas por la transversalización de género, permiten conocer los alcances que puede tener una política exterior feminista. Un ejemplo de ello es la entrega reciente -por parte de Chile- de kits de higiene y salud menstrual a mujeres y niñas palestinas sobrevivientes de los ataques israelíes a la Franja de Gaza.
Las vulneraciones a la seguridad y dignidad de mujeres y niñas en conflictos armados no pueden ser tratadas como un elemento propio y “natural” de los mismos. Visibilizar y condenar las atrocidades que han padecido las israelíes por parte de milicianos de Hamas el pasado 7-O (sin olvidar a las que permanecen en condición de rehenes desde entonces), por un lado y, por otro, repudiar los horrores que experimentan las palestinas en Gaza producto de los ataques de Israel, constituyen desafíos para toda la sociedad internacional pero, en particular, para aquellos países que han abrazado una política exterior donde el feminismo está llamado a jugar un rol central.